B de Boxeo - James J. Braddock

B de Boxeo…por César del Campo de Acuña

Hoy les voy a hablar de un púgil que no se dejó tumbar.

¿De quién hablamos?: de James Walter Braddock, James J. Braddock, boxeador estadounidense nacido el 7 de junio de 1905 en Nueva York fallecido a los 69 años de edad el 29 de noviembre de 1974 en North Bergen, Nueva Jersey.

¿Por qué le recordamos?: Los aficionados al boxeo le recordamos por llegar a ser Campeón Mundial de los Pesos Pesados de 1935 a 1937 mientras que el gran público le recuerda por como la película Cinderella Man: El hombre que no se dejó tumbar (Ron Howard – 2005).

¿Qué fue de él?: 4 años después de su última pelea frente a Tommy Far, se alista en el ejército en 1942. Realizo la instrucción con su antiguo manager Joseph Gould. Sirvió a su país y al mundo libre en la isla de Saipán, en el Pacífico, realizando tareas de ingeniería e intendencia donde llego a ascender a Teniente. Cuando termino la guerra aprovecho su experiencia ejerciendo como ingeniero operativo. Se unió al sindicato de ingenieros a pesar de ser un hombre adinerado. Jugo un importante papel dentro del citador organismo. Por otro lado monto una empresa que comercializaba maquinaria y pertrechos de la marina. Falleció mientras dormía el 29 de noviembre de 1974 a los 69 años de edad.

¿Sabías que…?: Aunque nació en la ciudad de Nueva York, concretamente en el infame barrio de Hell´s Kitchen, a los pocos años de edad su familia se mudó a Nueva Jersey. De niño no soñaba con ser boxeador, soñaba con jugar al futbol americano para Notre Dame, una de las más prestigiosas y elitistas Universidades Católicas de Estados Unidos. Desafortunadamente para Braddock su posición socioeconómica no le permitía ni siquiera soñar en pagar la matrícula de la citada institución y su falta de aptitudes como estudiante hacía prácticamente imposible pensar en una beca. Por casualidad, buscando un deporte con el que quemar energías e intentar salir de la miseria empezó a boxear en el gimnasio de Joe Janette a los 15 años de edad animado por sus compañeros de trabajo. A pesar de su manera poco ortodoxa y particular estilo Braddock brillo en el circuito amateur disputando más de 100 combates bailando entre dos categorías de peso (semi pesados y pesados) acaparando los títulos de las dos divisiones lo que le valió hacerse con los Guantes de Oro.

Salta al profesionalismo en 1926 (seis años después de empezar a boxear). Braddock tenía una peculiar forma de prepararse mentalmente para los combates al creer firmemente que los dos púgiles empezaban con el mismo porcentaje de posibilidades para salir victorioso. Por otro lado el púgil de Bergen era increíblemente resistente. Nadie conseguía tumbarle y el, a base de contundentes derechazos que sacaban a su rival del combate sin llegar a noquearlos, lograba la victoria. Curiosamente su primer combate como profesional termino en empate. Lucha en los pesos semi pesados y en 1929 tuvo su primera gran oportunidad frente a Tommy Loughran el campeón de la citada división de peso. Braddock se presentaba con un record de 36 victorias, 6 derrotas y 6 empates. Loughran, un púgil irregular pero muy listo sobre el cuadrilátero venció a Braddock. Aquella derrota no solo fue dolorosa por el hecho de no conquistar el título. Braddock, durante los 15 asaltos se lesiono de gravedad la mano derecha (varias fracturas), las cuales le empujaron a un declive temprano debido a que sus huesos no soldaron correctamente. Desde aquella pelea Braddock comenzó a perder más combates de los que ganaba y el hecho de seguir peleando con mayor asiduidad para poder seguir manteniendo a su familia no ayudaba.

En sus peores momentos solo perdía. A los puntos, pero perdía. Su nombre, debido a las derrotas comenzaba a diluirse y cada vez los rivales y por lo tanto las bolsas eran peores. Allanando el camino para una retirada temprana, Braddock monto una empresa con el dinero que había ganado durante sus buenos años. Se trataba de una compañía de taxis la cual era una buena idea para una ciudad como Nueva York pero empezó su actividad comercial en 1929, el mismo año en el que el crack de la bolsa de Nueva York sumió a los Estados Unidos en la gran depresión. Poco tiempo después lo había perdido todo. La mayor preocupación de Braddock era poder abastecer a su familia (mujer y tres hijos).  Siguió boxeando, ya en la categoría de los pesos pesados, y entre 1931 y 1933 parecía un boxeador en las últimas que subía al cuadrilátero sin importarle el rival y la paga.

Tras una humillante experiencia durante un combate de carácter benéfico para el fondo de pensiones para policías retirados en la que el árbitro tuvo que parar el lamentable espectáculo que tanto Braddock (con la mano demasiado destrozada para boxear) y su rival estaban ofreciendo, el púgil de Bergen decidió retirarse. Era 1933. Tan solo tenía 28 años. Muchas deudas y muchas bocas que alimentar. Un hombre sin estudios al que se le conocían pocos empleos antes de dedicar todo su tiempo al boxeo solo encontró trabajo como camarero esporádico y en los muelles como estibador. Aun así, el dinero no era el suficiente y tuvo que hacer cola en la beneficencia como tantos otros rostros anónimos. Pidió la prestación social que el gobierno daba a las familias y no fueron pocas las veces en las que hizo uso de comedores sociales. A pesar de sus esfuerzos y sacrificios las cosas no mejoraban en 1934. Pero quiso que el boxeo volviese a acordarse de aquel aspirante a Campeón Mundial. La prensa se hizo eco de su historia y un promotor le llamo para que se enfrentara a un joven y prometedor pesos pesado llamado Corn Griffin en el Madison Square Garden. 250 dólares por la improvisada pelea (a dos días de celebrarse). Braddock no pudo decir que no. Haciendo uso de su particular filosofía, Braddock salto al cuadrilátero dispuesto a pelear hasta el último aliento. No estaban en juego ningún título, estaba en juego la comida de sus hijos. Griffin fue arrollado en el primer asalto. En el segundo se lo tomo en serio y ambos púgiles besaron la lona pero en el tercero, Braddock lo tumbo y el eco de su victoria se escuchó en todo el país.

Entonces, no solo la prensa y los promotores se interesaron por él. El norteamericano medio vio en Braddock a un igual. Un hombre que en plena crisis haría lo que fuera necesario para salir adelante y alimentar a sus hijos y cuidar de su mujer. No dudo en aceptar el siguiente combate que le ofrecieron. 650 dólares. O aquello o de vuelta al muelle a mendigar horas de trabajo. Su rival: John Henry Lewis un púgil que ya le había derrotado en 1932. Lewis se sentía confiado y hay quien veía en el al futuro contendiente al Campeonato Mundial de los Pesos Pesados, pero no sabía a quién tenía en frente. Braddock era un hombre que estaba al borde un acantilado, que había notado la miseria respirándole en el cogote las 24 horas del día. Era un hombre que no tenía nada que perder y mucho que ganar. Y cuando sonó la campana salió dispuesto a darle tan duro y tan fuerte a su rival como le hubiera gustado darle a La gran depresión en el caso de que hubiera sido una persona. Lewis cayó en el primer asalto, pero aguanto todo el combate. Braddock volvió a ganar, en esta ocasión a los puntos, demostrando que no hay nada que alguien desesperado no pueda hacer con tal de salir adelante.

Después de aquel combate su popularidad se disparó y una vez más le llamaron para medir a otro aspirante al título. En aquella ocasión se enfrentó a Art Lansky al cual derroto por decisión. Acaba de convertirse en aspirante al Campeonato Mundial de los Pesos Pesados y en cuanto los managers se pusieran de acuerdo habría combate entre él y Max Baer. Curiosamente, una de las primeras cosas que hizo una vez cobro sus ganancias por su victoria ante Lansky fue devolver la prestación social que el gobierno de los Estados Unidos le había dado e ir a todos y cada uno de los albergues a los que fue a pedir a devolver lo que él creía que habían gastado en el añadiendo un extra para ayudar a otros. Braddock sabía lo que era estar en el fango y una vez llego a la orillas no dudo en girarse para ayudar a los demás.

Y llego el combate. A pesar de que la familia de Braddock le pidió por activa y por pasiva que buscara un rival menos duro que Baer (un especialista en noquear a sus rivales), la bolsa que pusieron antes los ojos de Braddock era demasiado tentadora como para dejarla escapar. No peleo por codicia, peleo por la tranquilidad de su familia en caso de que le pasara algo. Y así, el 13 de junio de 1935 Braddock salto al cuadrilátero del Madyson Square Garden acompañado por un torrente de aplausos y vítores. Estaba, como se dijo, protagonizando el retorno más grande de la historia del boxeo. De la cola de los comedores de beneficencia a disputar el Campeonato Mundial de los Pesos Pesados. El combate fue un enfrentamiento de estilos. El durísimo Braddock contra la máquina de golpear Baer. El púgil de Bergen aguanto todo lo que Baer le lanzo y cuando sonó la campana del último asalto los jueces no pudieron hacer otra cosa que darle la victoria. Braddock había ganado 9 de los 15 asaltos del combate y se convertía en Campeón Mundial de los Pesos Pesados. En una crónica del combate se le denomino Cinderella Man, el ceniciento y aquel apodo quedo ligado al púgil para siempre. El campeón del pueblo, el hombre que se había matado por poner un plato de comida en la mesa trabajando en los muelles, el boxeador de la mano derecha destrozada, el que no había dudado en ayudar a los que estaban en una situación como la que él había pasado, se convirtió en el mejor ejemplo de superación para un país necesitado de ellos.

Su primera defensa saldría del ganador del combate que enfrento a Joe Louis y el alemán Max Schmeling. Sorprendentemente el teutón se hizo con la victoria y pelearía contra Braddock. Pero el combate jamás llego a disputarse. A pesar de que Schmeling era el justo contendiente nadie quería que el Campeonato Mundial de Boxeo terminara en manos del régimen Nazi (aunque Schmeling, como ya saben, poco o nada tenía de Nazi). El caso es que la parte de Braddock dijo que el púgil tenia artritis en la mano derecha y no podría disputar la pelea y por otro lado los judíos de Nueva York (el propio manager de Braddock era judío) iban a boicotear el combate y la pelea jamás llego a disputarse. Saltándose el ranking, Braddock peleo con Louis en 1937 tras fijar unas condiciones impensables hoy en día. Braddock pelearía con Louis, pero solo lo haría si se llevaba un porcentaje de las bolsas de los combates del Bombardero Negro de los siguientes 10 años. Los managers de Louis, un púgil afroamericano al que se había obligado a ser todo lo contrario que Jack Johnson, aceptaron solo para no ver a Schmeling convertido en campeón. Braddock, de 34 años, sabía que tenía pocas oportunidades de derrotar a Louis y retener el campeonato, pero le dio un susto en el primer asalto cuando hizo que el bombardero pusiera la rodilla en la lona tras un certero golpe. Con más corazón que otra cosa, Braddock aguanto una mortífera lluvia de golpes hasta el octavo asalto. El público y su manager, Joe Gould, habían pedido desde el quinto asalto que aquello acabara, pero Braddock quería perder su título sobre la lona. Fue noqueado por primera vez en su vida aquel 22 de junio de 1937. Tras el combate Joe Louis dijo: “Jim Braddock es el hombre más valiente con el que jamás haya boxeado”. A pesar de la derrota, Braddock quería dejar el deporte que le había dado todo con una victoria y así, el 21 de enero de 1938 se enfrentó al púgil británico Tommy Farr al que derroto por decisión dividida tras 10 asaltos.

James J. Braddock. Cinderella Man. El Bulldog de Bergen. El orgullo irlandés. El orgullo de Nueva Jersey. Se retiró en 1938 con un total de 80 peleas disputadas. Gano 50 de ellas, 25 por KO. Perdió en 26 ocasiones. Empato 7 veces y dos de sus combates terminaron en No Contest. Cuando se retiró definitivamente dijo: Me despido del boxeo, el deporte que no me debe nada y al que se lo debo todo: los muchos amigos que tengo y los medios con los que puedo mantener a mi familia.



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